A base de pruebas, y atando cabos entre lo que pasaba en mi pueblo, los pelotazos a nivel regional, la construcción de infraestructuras para beneficiar ciertos resorts privados, un intento de trasvase del Ebro, por la costa y no para regar, sino para que los amigos hicieran casas, etc, fui atando cabos y empecé a tener claro lo siguiente:
El PP no es un partido, sino una organización que gestiona de modo obscuro intereses privados en beneficio propio y de de unos particulares, de manera que ambos se benefician económicamente de esta colaboración éticamente deleznable.
El PP es estructuralmente corrupto,y está podrido en su centro mismo. Sus propios militantes llevan años sufriendo la misma gran estafa que la sociedad española, pues creían estar participando en política cuando solo estaban para llenar los mítines de una organización podrida.
He estado muchos años defendiendo esta idea, muchas veces en contra de la opinión de la mayoría, que la consideraba un disparate. Algunos de mis propios amigos justificaban que había que darles una oportunidad de gobernar, porque no eran tan malos. Hoy se confirma documentalmente lo que unos pocos hemos estado afirmando durante años y que tantos no quería oir.
A mí, el PP, ya no me vale ya como interlocutor político. Sus votante deberían ser los primeros en pedir la salida inmediata de todos sus dirigentes y la convocatoria de elecciones, esta vez, sin sobres.
