La nieve nos visita poco. Es un
acontecimiento en El Noroeste de una región tan árida como la de Murcia.
La otra mañana, la Plaza de
España de Bullas se convirtió en lugar de reunión para un buen grupo de vecinos
y vecinas. Hacía un tiempo desapacible, de ese que aconseja mesa de camilla y
brasero, pero el caso es que mucha gente fue a la movilización convocada por la
recién creada Plataforma de Afectados por las Hipotecas (PAH-Bullas).
No nos quedemos, por esta vez con
la vergonzante actitud de los que se
escondían tras la mirilla o la cortina para no ser vistos o tocados por
estos vecinos. No nos quedemos con el vergonzante silencio institucional de un
Ayuntamiento que se va corriendo a los periódicos para decir que han puesto una
llave de paso, o un columpio, pero que se tapa la boca con cera para no hacer
mención alguna ni a la concentración, ni a la lucha de la PAH, ni al problema
real de un vecino. No, no nos quedemos
con la paja en un tiempo de tanta paja y tan poco grano, podríamos olvidar lo
importante: hay gente que lucha, gente que da la cara por los demás, gente que
pasa frío por lo que considera justo, sin pedir nada a cambio.
Quedémonos con la actitud de unos
vecinos a los que no les importa que los señalen, porque saben que lo que piden
es algo justo, tan justo como fácil de entender: dación en pago para Antonio, un vecino que, como tantos, cuando
tenía trabajo se endeudó para comprar una casa y puso como garantía propiedades
de su familia. Ahora, por culpa del paro, no puede hacer frente a la hipoteca,
y asume la terrible consecuencia de perder su casa, pero no puede aceptar
quedar endeudado de por vida, además de sin casa, como pretende la banca,
porque eso sería ceder a la usura; y la usura siempre es deleznable, pero
particularmente cuando la comete un sistema de bancos y cajas que primero se
jugó su dinero a la ruleta de la especulación, luego fue rescatado por el
estado con el dinero de nuestros impuestos, y ahora pretende seguir tratando
con el látigo a quienes cayeron en su trampa, la trampa de pedir aquellos préstamos
envueltos en papel de regalo, el día que toda la banca trajeada, incluida nuestra
cajamurcia, comenzó a buscar clientes debajo de las piedras para sus préstamos
a toda costa.
Algún día escampará, algún día saldremos del
agujero. Bullas saldrá algún día de la infamia que supone tener a día de hoy
1795 parados, para vergüenza de los que dijeron que con ellos en esta
legislatura el paro bajaría hasta los 600 ó 700.
Pasan corriendo mirones, ese
producto social típico y oscuro. Es tradicional que, cuando se celebra alguna
movilización, esta sea observada con detalle por aquellos que nunca mueven un
dedo por nadie, pero siempre están dispuestos a poner la mano para recoger los
beneficios de la lucha de unos, bajo la nieve, el frío y las miradas de
desprecio que ocultan en realidad la culpabilidad que tal vez sienta quien ve
como el mundo se cae, pero es incapaz de hacer otra cosa que rascarse la
barriga.
En el grupo de personas que pasan
frío para pedir justicia destaca Joaquín, un cura al que, de tanto luchar por
la dignidad de quienes menos tienen, sus jefes le tienen arrinconado. Este
cristiano verdadero y luchador pertenece a la misma iglesia que otros curas,
preocupados casi en exclusiva por el bordado de un manto. Y los vecinos que se
congelan en la lucha, también pertenecen al mismo pueblo que aquellos que les miran
con desprecio mientras esperan a ver si cae algo.
Siempre habrá gente para todo. No
desfallezcamos, ¡dación en pago ya!,
y que miren…